3ª Tutoría

Lee esta carta y responde a las preguntas.

Miércoles, 2 de setiembre de 1942
Querida Kitty:
Los Van Daan han tenido una gran pelea. Nunca he presenciado una cosa igual, ya que a papá y mamá ni se les ocurriría gritarse de esa manera. El motivo fue tan tonto que ni merece la pena mencionarlo. En fin, allá cada uno.
Claro que es muy desagradable para Peter, que está en medio de los dos, pero a Peter ya nadie lo toma en serio, porque es tremendamente quisquilloso y vago. Ayer andaba bastante preocupado porque tenía la lengua de color azul en lugar de rojo. Este extraño fenómeno, sin embargo, desapareció tan rápido como se había producido. Hoy anda con una gran bufanda al cuello, ya que tiene tortícolis, y por lo demás el señor Van Daan se queja de que tiene lumbago. También tiene unos dolores en la zona del corazón, los riñones y el pulmón. ¡Es un verdadero hipocondríaco! (Se les llama así, ¿verdad?)
Mamá y la señora Van Daan no hacen muy buenas migas. Motivos para la discordia hay de sobra. Por poner un ejemplo: la señora ha sacado del ropero común todas sus sábanas, dejando sólo tres. ¡Si se cree que toda la familia va a usar la ropa de mamá, se llevará un buen chasco cuando vea que mamá ha seguido su ejemplo! Además, la señora está de mala uva porque no usamos nuestra vajilla, y sí la suya. Siempre está tratando de averiguar dónde hemos metido nuestros platos; están más cerca de lo que ella supone: en el desván, metidos en cajas de cartón, detrás de un montón de material publicitario de Opekta. Mientras estemos escondidos, los platos estarán fuera de alcance. ¡Tanto mejor!
A mí siempre me ocurren toda clase de desgracias. Ayer rompí en mil pedazos un plato sopero de la señora.
-i Ay! -exclamó furiosa-. Ten más cuidado con lo que haces, que es lo uno que me queda. Por favor ten en cuenta, Kitty, que las dos señoras de la casa hablan un holandés macarrónico (de los señores no me animo a decir nada, se ofenderían mucho). Si vieras cómo mezclan y confunden todo, te partirías de risa. Ya ni prestamos atención al asunto, ya que no tiene sentido corregirlas. Cuando te escriba sobre alguna de ellas, no te citaré textualmente lo que dicen, sino que lo pondré en holandés correcto.
Lee esta carta y responde a las preguntas.

Miércoles, 2 de setiembre de 1942
Querida Kitty:
Los Van Daan han tenido una gran pelea. Nunca he presenciado una cosa igual, ya que a papá y mamá ni se les ocurriría gritarse de esa manera. El motivo fue tan tonto que ni merece la pena mencionarlo. En fin, allá cada uno.
Claro que es muy desagradable para Peter, que está en medio de los dos, pero a Peter ya nadie lo toma en serio, porque es tremendamente quisquilloso y vago. Ayer andaba bastante preocupado porque tenía la lengua de color azul en lugar de rojo. Este extraño fenómeno, sin embargo, desapareció tan rápido como se había producido. Hoy anda con una gran bufanda al cuello, ya que tiene tortícolis, y por lo demás el señor Van Daan se queja de que tiene lumbago. También tiene unos dolores en la zona del corazón, los riñones y el pulmón. ¡Es un verdadero hipocondríaco! (Se les llama así, ¿verdad?) 
Mamá y la señora Van Daan no hacen muy buenas migas. Motivos para la discordia hay de sobra. Por poner un ejemplo: la señora ha sacado del ropero común todas sus sábanas, dejando sólo tres. ¡Si se cree que toda la familia va a usar la ropa de mamá, se llevará un buen chasco cuando vea que mamá ha seguido su ejemplo! Además, la señora está de mala uva porque no usamos nuestra vajilla, y sí la suya. Siempre está tratando de averiguar dónde hemos metido nuestros platos; están más cerca de lo que ella supone: en el desván, metidos en cajas de cartón, detrás de un montón de material publicitario de Opekta. Mientras estemos escondidos, los platos estarán fuera de alcance. ¡Tanto mejor!
A mí siempre me ocurren toda clase de desgracias. Ayer rompí en mil pedazos un plato sopero de la señora.
-i Ay! -exclamó furiosa-. Ten más cuidado con lo que haces, que es lo uno que me queda. Por favor ten en cuenta, Kitty, que las dos señoras de la casa hablan un holandés macarrónico (de los señores no me animo a decir nada, se ofenderían mucho). Si vieras cómo mezclan y confunden todo, te partirías de risa. Ya ni prestamos atención al asunto, ya que no tiene sentido corregirlas. Cuando te escriba sobre alguna de ellas, no te citaré textualmente lo que dicen, sino que lo pondré en holandés correcto. 
La semana pasada ocurrió algo que rompió un poco la monotonía: tenía que ver con un libro sobre mujeres y Peter. Has de saber que a Margot y Peter les está permitido leer casi todos los libros que nos presta el señor Kleiman, pero este libro en concreto sobre un tema de mujeres, los adultos prefirieron reservárselo para ellos. Esto despertó en seguida la curiosidad de Peter. ¿Qué cosas prohibidas contendría ese libro? Lo cogió a escondidas de donde lo tenía guardado su madre mientras ella estaba abajo charlando, y se llevó el
botín a la buhardilla. Este método funcionó bien durante dos días; la señora Van Daan sabía perfectamente lo que pasaba, pero no decía nada, hasta que su marido se enteró.
Este se enojó, le quitó el libro a Peter y pensó que la cosa terminaría ahí. Sin embargo, había subestimado la curiosidad de su hijo, que no se dejó impresionar por la enérgica actuación de su padre. Peter se puso a rumiar las posibilidades de seguir con la lectura de este libro tan interesante.
Su madre, mientras tanto, consultó a mamá sobre lo que pensaba del asunto. A mamá le pareció que éste no era un libro muy recomendable para Margot, pero los otros no tenían nada de malo, según ella. -Entre Margot y Peter, señora Van Daan -dijo mamá-, hay una gran diferencia. En primer lugar, Margot es una chica, y las mujeres siempre son más maduras que los varones; en segundo lugar, Margot ya ha leído bastantes libros serios y no anda buscando temas que ya no le están prohibidos, y en tercer lugar, Margot es más seria y está mucho más adelantada, puesto que ya ha ido cuatro años al liceo.
La señora Van Daan estuvo de acuerdo, pero de todas maneras consideró que en principio era inadecuado dar a leer a los jóvenes libros para adultos. Entretanto, Peter encontró el momento indicado en el que nadie se preocupara por el libro ni le prestara atención a él: a las siete y media de la tarde, cuando toda la familia se reunía en el antiguo despacho de papá para escuchar la radio, se llevaba el tesoro a la buhardilla.
A las ocho y media tendría que haber vuelto de nuevo abajo, pero como el libro lo había cautivado tanto, no se fijó en la hora y justo estaba bajando la escalera del desván cuando su padre entraba en el cuarto de estar. Lo que siguió es fácil de imaginar: un cachete, un golpe, un tirón, el libro tirado sobre la mesa y Peter de vuelta en la buhardilla.
Así estaban las cosas cuando la familia se reunió para cenar. Peter se quedó arriba, nadie le hacía caso, tendría que irse a la cama sin comer. Seguimos comiendo, conversando alegremente, cuando de repente se oyó un pitido penetrante. Todos soltamos los tenedores y miramos con las caras pálidas del susto.
Entonces oímos la voz de Peter por el tubo de la chimenea: -¡No os creáis que bajaré!
El señor Van Daan se levantó de un salto, se le cayó la servilleta al suelo, y con la cara de un rojo encendido exclamó: -¡Hasta aquí hemos llegado!
Papá lo cogió del brazo, temiendo que algo malo pudiera pasarle, y juntos subieron al desván. Tras muchas protestas y pataleo, Peter fue a parar a su habitación, la puerta se cerró y nosotros seguimos comiendo.
La señora Van Daan quería guardarle un bocado a su niñito, pero su marido fue terminante.
-Si no se disculpa inmediatamente, tendrá que dormir en la buhardilla. Todos protestamos; mandarlo a la cama sin cenar ya nos parecía castigo suficiente. Si Peter llegaba a acatarrarse, no podríamos hacer venir a ningún médico. 
Peter no se disculpó, y volvió a instalarse en la buhardilla. El señor Van Daan no intervino más en el asunto, pero por la mañana descubrió que la cama de Peter había sido usada. Éste había vuelto a subir al desván a las siete, pero papá lo convenció con buenas palabras para que bajara. Al cabo de tres días de ceños fruncidos y de silencios obstinados, todo volvió a la normalidad.
Tu Ana
  1. ¿Te enfadas y gritas muchas veces a tu familia por tonterías?
  2. ¿Crees que muchas de las discusiones merecen la pena? 
  3. ¿Por qué motivos sueles discutir con tu familia? 

LAS DIFICULTADES DE VIVIR ESCONDIDOS 
En la película aparecen muchas de las dificultades de vivir escondidos que Ana refleja en su diario… La dificultad de no tener baño… La visita del fontanero… ¡no pueden ni hablar ni moverse. La ayuda del panadero que “no pregunta” . El retrete atascado y la acumulación de basura…  
Cuando llega el señor Dussel se le hace entrega de las normas de la casa de atrás. 









Lee la carta en la que lo explica y contesta ¿Cuál te parece más ingeniosa? 

Martes, 17 de noviembre de 1942
Querida Kitty:
Ha llegado Dussel. Todo ha salido bien. Miep le había dicho que a las once de la mañana estuviera en un determinado lugar frente a la oficina de correos, y que allí un señor lo pasaría a buscar. A las once en punto, Dussel se encontraba en el lugar convenido. Se le acercó el señor Kleiman, informándole que la persona en cuestión todavía no podía venir y que si no podía pasar un momento por la oficina de Miep. Kleiman volvió a la oficina en tranvía y Dussel hizo lo propio andando.
A las once y veinte Dussel tocó a la puerta de la oficina. Miep le ayudó a quitarse el abrigo procurando que no se le viera la estrella, y lo condujo al antiguo despacho de papá, donde Kleiman lo entretuvo hasta que se fuera la asistenta. Esgrimiendo la excusa de que ya el despacho estaba ocupado, Miep acompañó a Dussel arriba, abrió la estantería giratoria y, para gran sorpresa de éste, entró en nuestra Casa de atrás.
Los siete estábamos sentados alrededor de la mesa con coñac y café, esperando a nuestro futuro compañero de escondite. Miep primero le enseñó el cuarto de estar; Dussel en seguida reconoció nuestros muebles, pero no pensó ni remotamente en que nosotros pudiéramos encontrarnos encima de su cabeza. Cuando Miep se lo dijo, casi se desmaya del asombro. Pero por suerte, Miep no le dejó tiempo de seguir asombrándose y lo condujo hacia arriba. Dussel se dejó caer en un sillón y se nos quedó mirando sin decir
palabra, como si primero quisiera enterarse de lo ocurrido a través de nuestras caras.
Luego tartamudeó: -Perro... ¿entonces ustedes no son en la Bélgica? ¿El militar no es aparrecido? ¿El coche? ¿El huida no es logrrado?
Le explicamos cómo había sido todo, cómo habíamos difundido la historia del militar y el coche a propósito, para despistar a la gente y a los alemanes que pudieran venir a buscarnos. Dussel no tenía palabras para referirse a tanta ingeniosidad, y no pudo más que dar un primer recorrido por nuestra querida casita de atrás, asombrándose de lo superpráctico que era todo. Comimos todos juntos, Dussel se echó a dormir un momento y luego tomó el té con nosotros, ordenó sus poquitas cosas que Miep había traído de antemano y muy pronto se sintió como en su casa. Sobre todo cuando se le entregaron las siguientes normas de la Casaescondite de atrás (obra de Van Daan):
PROSPECTO Y GUÍA DE LA CASA DE ATRÁS
Establecimiento especial para la permanencia temporal de judíos y similares. 
Abierto todo el año. 
Convenientemente situado, en zona tranquila y boscosa en el corazón de Amsterdam. 
Sin vecinos particulares (sólo empresas). 
Se puede llegar en las líneas 13 y 17 del tranvía municipal, en automóvil y en bicicleta. 
En los casos en que las autoridades alemanas no permiten el uso de estos últimos medios de transporte, también andando. 
Disponibilidad permanente de pisos y habitaciones, con pensión incluida o sin ella.
Alquiler: gratuito.
Dieta: sin grasas.
Agua corriente: en el cuarto de baño (sin bañera, lamentablemente) y en varias paredes y muros. 
Estufas y hogares de calor agradable. 
Amplios almacenes: para el depósito de mercancías de todo tipo. 
Dos grandes y modernas cajas de seguridad.
Central de radio propia: con enlace directo desde Londres, Nueva York, Tel Aviv y muchas otras capitales. Este aparato está a disposición de todos los inquilinos a partir de las seis de la tarde, no existiendo emisoras prohibidas, con la salvedad de que las emisoras alemanas sólo podrán escucharse a modo de excepción, por ejemplo audiciones de música clásica y similares. 
Queda terminantemente prohibido escuchar y difundir noticias alemanas (indistintamente de donde provengan).
Horario de descanso: desde las 10 de la noche hasta las 7.3o de la mañana, los domingos
hasta las 10.15. Debido a las circunstancias reinantes, el horario de descanso también regirá durante el día, según indicaciones de la dirección. ¡Se ruega encarecidamente respetar estos horarios por razones de seguridad!
Tiempo libre: suspendido hasta nueva orden por lo que respecta a actividades fuera de casa.
Uso del idioma: es imperativo hablar en voz baja a todas horas; admitidas todas las lenguas civilizadas; o sea, el alemán no.
Lectura y entretenimiento: no se podrán leer libros en alemán, excepto los científicos y de autores clásicos; todos los demás, a discreción. 
Ejercicios de gimnasia: a diario.
Canto: en voz baja exclusivamente, y sólo después de las 18 horas.
Cine: funciones a convenir.
Clases: de taquigrafía, una clase semanal por correspondencia; de inglés, francés,  Dussel se expresaba muy mal en neerlandés, matemáticas e historia, a todas horas; retribución en forma de otras clases, de idioma
neerlandés, por ejemplo.
Sección especial: para animales domésticos pequeños, con atención esmerada (excepto bichos y alimañas, que requieren un permiso especial).
Reglamento de comidas:
Desayuno: todos los días, excepto domingos y festivos, a las 9 de la mañana; domingos y festivos, a las 11.30 horas, aproximadamente.
Almuerzo: parcialmente completo. De 13.15 a 13.45 horas.
Cena: fría y/o caliente; sin horario fijo, debido a los partes informativos.
Obligaciones con respecto a la brigada de aprovisionamiento: estar siempre dispuestos a asistir en las tareas de oficina.
Aseo personal: los domingos a partir de las 9 de la mañana, los inquilinos pueden disponer de la tina; posibilidad de usarla en el lavabo, la cocina, el despacho o la oficina principal, según preferencias de cada uno.
Bebidas fuertes: sólo por prescripción médica. Fin.
Tu Ana 

Ana afirma que Dussel no acata las reglas del escondite, escribe cartas a escondidas (arriesgando la vida de todos),  no comparte comida… “Hablando de Dussel… no acata para nada las reglas del escondite. 
Ana hace referencia a un libro que le trajo Miep sobre Mussolini que era un libro “prohibido”… casi les descubren porque le rozó una moto de las SS (escena que aparece en la película). 
Ana critica constantemente al dentista, ya que les pone en peligro y no sabe compartir. 
¿Qué te parece la actitud de Dussel? 
En navidad de 1943 Ana afirma que ya no puede más. ¿Qué te costaría a ti más sobrellevar en el escondite? 
Ana espera impaciente que sus amigos les cuenten las cosas que ocurren fuera, pero la mayoría son malas noticias. Los precios de los alimentos básicos suben y suben… todo el mundo compra en el mercado negro, crecen los robos y asesinatos, desaparecen muchos menores…  ¿Por qué crees que una sociedad se vuelve peor con la invasión y la guerra?

En pequeños grupos realizar el árbol genealógico de Ana desde los abuelos maternos y paternos. Puedes incluir fotografías de la página oficial de Ana Frank y exponerlo en el aula. 
Después de esta actividad cada miembro del grupo hará el árbol genealógico, de su familia. 

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