Jornadas de Sensibilización 1º i 2º ESO
Lo que a Ti te mueve, se
mueve contigo.
¡Sé crítico!
¡Sé crítico!
¿Qué es el Sentido Crítico?
El sentido crítico es la actitud que nos mueve a buscar la verdad, cuestionar opiniones y situaciones viendo más allá de lo aparente y tomar decisiones fundamentadas y libres. Nos convierte en personas abiertas y trascendentes.
Objetivo General
Desarrollar el sentido crítico y reflexivo, como una forma de percibir e interpretar la realidad, buscar la verdad y llegar a ser personas trascendentes, libres y creativas.
Objetivos Específicos
Þ Adquirir destrezas de pensamiento crítico: análisis, discernimiento, decisión.
Þ Cultivar actitudes de apertura y búsqueda de la verdad yendo más allá de lo aparente.
Reflexión sobre el Sentido Crítico:
El
sentido crítico nos ayuda a conocer bien la realidad para, así, tomar buenas
decisiones. Implica pensar de forma reflexiva y
productiva, evaluando las distintas opciones disponibles. Pensar
críticamente sirve para actuar con responsabilidad sobre el mundo y vincularnos
socialmente. Hay que empezar por elegir bien la fuente de información. ¿Es
fiable lo que estoy conociendo, es cierto, es bien intencionado? Luego viene
nuestra clarificación y comprensión de la información: ¿cómo asimilo lo que
estoy aprendiendo? Una vez que se ha procesado bien la información, hay que
utilizarla, lo cual requiere responsabilidad y creatividad, dos
elementos complementarios de la crítica. Existe todo un proceso de comprensión
que se va aprendiendo a medida que se realiza.
El pensamiento crítico se caracteriza por:
Þ
No
admitir como verdadera una información si no se puede contrastar.
Þ
No
admitir conclusiones precipitadas o que producirán daños a los demás.
Þ
No
admitir dogmas, ideas que uno no puede argumentar o creencias que sean perjudiciales.
Þ
Obligarse
a argumentar y a esperar hasta llegar a una conclusión o tomar una decisión que
sean responsables y beneficiosas para uno mismo y los demás.
Es
decir, que niños y adolescentes han de aprender a ser críticos, y la escuela es
un lugar ideal para fomentar este pensamiento, sobre todo durante la
adolescencia. Esta etapa supone un importante periodo de transición en el
desarrollo del pensamiento crítico, dados los cambios cognitivos que se
producen en ella, entre los que cabe destacar:
Þ el incremento de la velocidad de los procesos de automatización y la capacidad de
procesamiento de información, que permite reservar recursos para otros
propósitos
Þ
mayor
amplitud de conocimientos en diversos dominios
Þ
más
habilidad para producir nuevas combinaciones de conocimientos
Þ
mayor
variedad y uso más espontáneo de estrategias o procedimientos para aplicar u
obtener conocimientos, como la planificación, la consideración de alternativas…
El
psicólogo Robert Sternberg considera
necesarias para la vida cotidiana de los adolescentes las siguientes
habilidades críticas ante la existencia de un problema:
Þ Redefinir
el problema con mayor claridad, enfocar el problema sin dar por sentado que
existe una sola respuesta adecuada y sin que la solución implique cumplir un
criterio inamovible, tomar decisiones de relevancia personal, obtener
información, pensar en grupo y desarrollar enfoques a largo plazo.
Þ
El
sentido crítico consiste en no aceptar ninguna opinión –propia o ajena- sin
analizarla detenidamente, sobre todo si se trata de temas importantes;
comprobar si la opinión o información recibida es clara, coherente, si está
justificada por razones o hechos, y si sus consecuencias son aceptables. Y
siempre estar dispuesto a corregir la propia opinión si hay otra mejor fundada.
Debemos evaluar tanto nuestros propios argumentos, para no caer en el
dogmatismo, como los de los demás. El pensamiento crítico nos dice que hay que
comprobar la fuerza de las “evidencias” y estar dispuesto a rendirse ante
evidencias más fuertes.
Þ
El
mejor modo de estimular el sentido crítico es a través de la conversación. Hay
ciertas preguntas que podemos utilizar para guiar la conversación (no se trata
de formularlas todas ni de hacer un interrogatorio). Debemos dar al alumnado un
breve tiempo para que piensen la respuesta, y no anticiparnos ni responder por
ellos. Michel de Sasseville, en La práctica de la filosofía con niños, propuso
una serie de preguntas orientadoras para hacer razonarles.
Algunas
de ellas son:
Þ
¿Por
qué dices eso?
Þ
¿Qué
quieres decir con…?
Þ
¿Cómo
lo sabes?
Þ
¿Puedes
probarlo?
Þ
¿Y
qué pasaría si…?
Þ
¿Qué
piensas tú?
Þ
¿Cómo
solucionarías tal problema?
Þ
¿Qué
podría suceder ahora?
Þ
¿Qué
se puede hacer al respecto?
Þ
¿No
te parece que lo que dice X es más adecuado?
Þ
¿Puedes
ponerme un ejemplo de lo que dices?
Cualquier
tema es apto para generar una charla con nuestros alumnos y alumnas: algo que
les haya pasado, los anuncios, un suceso o noticia… En definitiva, los
profesores y profesoras debemos esforzarnos por inculcar un sentido crítico.
Algunos consejos generales:
Þ
Compartir
y discutir cualquier pregunta que nos intrigue a nosotros o a nuestro alumnado.
Þ
Pedir
a los/las adolescentes que definan el significado de las palabras que utilizan.
Þ
Invitarlos/las
a pensar si algo es verdadero o no.
Þ
Comprobar
si lo que dicen está basado en razones y evidencias.
Þ
Animarles
a que expliquen lo que quieren decir y a que compartan ideas con los demás.
Þ
Ayudarles
a considerar las ideas desde diferentes puntos de vista.
Þ
Pensar
bien significa estar dispuesto a poner a prueba y a cambiar nuestras propias
ideas.
El
programa va dirigido a niños desde los 3 a los 18 años, y se apoya en una serie
de relatos filosóficos en forma de cuentos y novelas, como Lisa o El
descubrimiento de Harry; libros de formación para docentes y metodología
pedagógica para organizar los cursos. Los textos para los alumnos, adaptados a
las diferentes edades, funcionan como “disparadores filosóficos”: suscitan
preguntas de fondo ético, promueven la discusión, la interrogación sobre el
mundo, etc., estimulando la curiosidad y el asombro de los niños para
desarrollar un pensamiento complejo y una actitud crítica, creativa y de
preocupación por los demás.